Hace pocos días, en Loja, se conoció una noticia que nos impactó como comunidad: un caso de maltrato animal que demostró nuevamente la vulnerabilidad de aquellos que no pueden defenderse por sí mismos. Seres indefensos que dependen de nosotros para vivir seguros y felices, que nos entregan su confianza y amor incondicional, esperando protección, cariño y cuidado. Traicionar esa confianza es un acto cruel e inhumano. Someterlos al abandono, al dolor o a la violencia no solo hiere su cuerpo, sino también su espíritu. Ellos confían en nosotros y nos miran con esperanza. Recibir sufrimiento a cambio es inaceptable y no podemos permitir que estos actos queden impunes.
Este hecho nos recuerda que el maltrato animal continúa siendo una realidad que exige reflexión y acción colectiva. El respeto hacia los animales no es solo un gesto de sensibilidad; es un reflejo nuestro como seres humanos pesantes. La manera en que tratamos a quienes no pueden defenderse dice mucho sobre nuestra calidad moral.
De este panorama también surge la esperanza. Me refiero a la valentía de aquellas personas que se enfrentan a estas injusticias y denuncian públicamente los casos de maltrato merece ser destacada. Como aquella ciudadana que trató de salvar a los dos perritos, confrontó a los posibles responsables y lo denunció públicamente. No se limitó a mirar de lejos; alzó la voz y expuso una realidad dolorosa que muchos prefieren ignorar. Su acción nos recuerda que el cambio comienza con la iniciativa individual: una sola persona, con coraje y determinación, puede movilizar a toda una comunidad hacia la protección de los más vulnerables.
Pero también debemos procurar que estos casos no queden en la impunidad. Ecuador ya dio pasos importantes en la protección de los animales. El Código Orgánico Integral Penal (COIP), en su artículo 249, establece sanciones para quienes causen daño, sufrimiento o la muerte de animales de compañía, contemplando incluso privación de libertad y multas económicas. Además, el artículo 250.1 del mismo código determina penas específicas por maltrato animal: muerte de animales de la fauna urbana: prisión de 6 meses a 1 año; muerte como resultado de actos de crueldad: prisión de 1 a 3 años. Estas disposiciones buscan proteger a los animales y sancionar a quienes vulneren su integridad y bienestar.
A nivel local, la ciudad de Loja cuenta con la Ordenanza Municipal 030-2021, denominada “Ordenanza para la Protección y Bienestar de la Fauna Urbana del Cantón Loja”, que regula la protección de la fauna urbana, estableciendo multas que superan los 470 dólares, trabajo comunitario e incluso la prohibición de tener más mascotas en caso de reincidencia. Esta normativa refleja un esfuerzo institucional por proteger a los animales y reconocer sus derechos básicos, demostrando que el respeto hacia ellos tiene respaldo legal. No obstante, la implementación de esta ordenanza ha sido limitada. El accionar de las autoridades deja mucho que desear, evidenciando una posible ineficiencia en la respuesta institucional ante casos de maltrato animal.
Pero seamos conscientes, la ley por sí sola no basta. De nada sirve contar con un marco normativo avanzado si la sociedad permanece indiferente o si las sanciones no se aplican con firmeza. Amar y proteger a los animales es también amarnos a nosotros mismos. Cada acto de crueldad revela nuestra indiferencia, mientras que cada gesto de cuidado refleja lo mejor de nuestra humanidad. Es por eso que debemos ser la voz de quienes no pueden hablar. Que, en su silencio, nos gritan y claman por su vida.
