Luis Eduardo Curipoma Morocho, un lojano de 35 años, ha encontrado el equilibrio perfecto entre su vida profesional como agente civil de tránsito y su amor por la crianza de animales. Desde temprana edad, Luis mostró interés por el campo y la vida rural, lo que lo llevó a estudiar en la Escuela de Educación Básica Teniente Hugo Ortiz Nro 2 y luego en el Colegio Técnico Ángel Pastrana Corral, donde se formó como Técnico en Agropecuaria Forestal. Posteriormente, decidió seguir este camino de manera profesional y estudió Administración y Producción Agropecuaria en la Universidad Nacional de Loja, obteniendo su licenciatura.
Una vocación doble: Tránsito y agropecuaria
Actualmente, Luis Eduardo combina dos grandes pasiones: es agente civil de tránsito del GAD Municipal de Loja y propietario de la granja avícola «Don Lucho», un proyecto personal que refleja su amor por los animales. Esta dualidad le permite mantenerse conectado tanto con la vida urbana como rural, cumpliendo un rol importante en la seguridad vial de la ciudad y, al mismo tiempo, produciendo de manera sustentable en su granja.
Como agente civil de tránsito, Luis Eduardo se ha destacado por su compromiso con el eje preventivo que promueve la Unidad de Control Operativo de Tránsito (UCOT) de Loja. Su labor va más allá de aplicar la ley; está profundamente comprometido con la educación vial, y una de las cosas que más satisfacción le brinda es ver las sonrisas de los niños cuando interactúa con ellos mediante su personaje “Movilito”. A través de esta iniciativa, Luis ha logrado llevar mensajes de concienciación y prevención a las nuevas generaciones, buscando que Loja se convierta en un referente en educación vial.
«Don Lucho»: Una granja con visión sustentable
En paralelo a su trabajo en tránsito, Luis ha invertido tiempo y esfuerzo en su emprendimiento avícola. La granja «Don Lucho» no solo es un espacio donde cría animales menores, sino que también es un proyecto con una visión a futuro: crear una empresa sustentable que pueda generar un impacto positivo tanto en el ámbito económico como en el ambiental. Para Luis, este emprendimiento es una forma de mantener viva su conexión con la naturaleza y la tierra, algo que lo ha acompañado desde su formación técnica.
Una vida dedicada al servicio y la familia
Más allá de sus responsabilidades profesionales, Luis Eduardo encuentra su mayor motivación en su familia, compuesta por su esposa y sus hijos, quienes son su impulso diario. Para él, cada día es una oportunidad de cumplir con su deber, ya sea en las calles de Loja, promoviendo la seguridad vial, o en su granja, trabajando por un futuro más sustentable.
Con el corazón dividido entre el campo y la ciudad, Luis Eduardo Curipoma Morocho se siente con la satisfacción del deber cumplido. Sin embargo, no deja de mirar hacia adelante. En el futuro, aspira a que Loja sea un referente nacional en educación vial y sueña con consolidar su granja como una empresa sustentable que contribuya al bienestar de su comunidad.