A sus 20 años, Doménica Sofía Flores Romero representa a una nueva generación de jóvenes lojanos comprometidos con el servicio, la empatía y el crecimiento personal. Actualmente estudia Medicina en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), una decisión que considera el reflejo más sincero de su vocación: sanar, acompañar y aliviar el dolor humano.
Desde pequeña, Doménica sintió una conexión profunda con el deseo de ayudar a los demás. “Siempre sentí la necesidad de servir y sanar el dolor. No fue una influencia directa de mi familia, sino algo que nació dentro de mí”, comenta. Su inspiración proviene de una frase que la acompaña en cada paso de su formación: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.”
Antes de decidirse por Medicina, cursó algunos semestres de Psicología Clínica, carrera que también la ayudó a comprender el valor del bienestar emocional en la salud integral. Sin embargo, su verdadera pasión estaba en la medicina, donde siente que puede marcar una diferencia tangible en la vida de las personas.
Una estudiante apasionada y disciplinada
Doménica realizó sus estudios primarios y secundarios en la Unidad Educativa Antonio Peña Celi, institución que recuerda con cariño por los años “muy bonitos” que vivió allí. Su camino académico la ha llevado a destacar no solo por su dedicación, sino también por su capacidad de aprendizaje. Habla inglés y francés, idiomas que le permiten conocer nuevas culturas y comunicarse con más personas, algo que considera fundamental para un futuro profesional de la salud.
Aunque todavía no tiene experiencia laboral formal, ha participado en varias actividades académicas y prácticas universitarias, entre ellas un voluntariado en el Hospital Manuel Ygnacio Monteros, experiencia que la marcó profundamente. “Ver la realidad de muchos pacientes y poder brindarles una palabra de aliento, una sonrisa o un gesto de empatía me hizo entender que había elegido el camino correcto”, expresa con emoción.
❤️ El lado humano de la medicina
Para Doménica, cada día en la universidad es una oportunidad de aprendizaje. Le apasiona descubrir cómo los conocimientos que adquiere hoy podrán servir mañana para aliviar el sufrimiento de alguien más. “Lo que más me gusta es poder aprender algo nuevo que, en el futuro, me permitirá ayudar a las personas y hacer la diferencia. Lo que menos me gusta, quizá, son los momentos difíciles o tristes que se viven en esta profesión, pero incluso de eso se aprende”, reflexiona.
Su sensibilidad y fortaleza la impulsan a seguir adelante con determinación. En el futuro, se visualiza como una médica comprometida con la comunidad, participando en proyectos de voluntariado y programas de prevención en salud. También aspira a continuar especializándose en un área que le apasione y le permita seguir creciendo tanto profesional como humanamente.
Familia, amor y motivación
Detrás de su constancia y compromiso hay una fuente inagotable de inspiración: su familia. “Mi abuelita y mi mamá son mi mayor motivación. Ellas siempre han sido ejemplo de esfuerzo, amor y dedicación. Quiero hacerlas sentir orgullosas con todo lo que hago”, afirma con una sonrisa.
Fuera del ámbito académico, Doménica disfruta de los pequeños placeres de la vida: leer, hornear postres, caminar con su perrito Toby o descubrir nuevos lugares junto a sus seres queridos. “Mi perrito siempre me alegra el día. Es parte de mi familia y una gran compañía en mis momentos de descanso”, comenta entre risas.
Cada experiencia, cada reto y cada paso en su camino profesional fortalecen la convicción que guía su vida: servir con el corazón. Doménica Sofía Flores Romero no solo se prepara para ser médica; se forma para ser una mujer que transforme con empatía, ciencia y vocación el mundo que la rodea.
Puedes seguir su camino en Instagram: @sofiaaflr
