Alba Herraes Elizalde: una comunicadora lojana que proyecta su talento desde Quito

A 2.400 metros de altura, en una capital que nunca se detiene, una profesional lojana continúa construyendo una trayectoria marcada por la disciplina, la sensibilidad social y un profundo compromiso con la comunicación. Se trata de Alba Emperatriz Herraes Elizalde, una mujer de 48 años que, tras crecer, formarse y ejercer durante años su profesión en Loja, tomó la decisión de migrar a Quito en busca de nuevos espacios para su desarrollo laboral. Cinco años después, su nombre se mantiene vigente como referente de responsabilidad, ética y conocimiento en el sector comunicacional del país.

El inicio de un camino que nació en Loja

Alba guarda un profundo vínculo con la tierra que la vio nacer. Realizó sus estudios primarios en la Escuela Matilde Hidalgo de Procel y completó la secundaria en el Colegio Manuel Cabrera Lozano. Más adelante ingresó a la Universidad Nacional de Loja, donde consolidó su identidad profesional: la comunicación.

“Loja es mi origen y el lugar donde construí gran parte de mi trayectoria”, asegura. Sin embargo, la necesidad de seguir creciendo la llevó a tomar una decisión compleja: salir de su ciudad para explorar oportunidades en entornos más amplios y competitivos.

A su preparación académica se suma un Máster en Cooperación Internacional al Desarrollo por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), formación que le otorgó una visión global sobre la gestión de proyectos, el impacto de las políticas públicas y la intervención social a nivel nacional e internacional.

Una carrera consolidada frente a cámaras y micrófonos

Su trayectoria profesional comenzó en UV Televisión, donde permaneció nueve años desempeñando diversos roles que fueron moldeando su versatilidad como comunicadora. Inició como reportera deportiva, un espacio que le permitió comprender el ritmo acelerado del periodismo en campo; más tarde, fue reportera y editora de un programa de variedades, fortaleciendo su capacidad narrativa y creativa.

La etapa como realizadora de noticias marcó un hito en su carrera, pues le permitió entender el proceso informativo desde adentro, asumir responsabilidades editoriales y reafirmar su compromiso con la veracidad periodística. Durante estos años, también trabajó en distintos medios radiales, experiencia que amplió su conexión con otras audiencias y formatos.

Posteriormente, se convirtió en corresponsal de Canal Uno para las provincias de Loja y Zamora Chinchipe, labor que desempeñó durante seis años. Esta etapa, recuerda, fue una de las más enriquecedoras: “Me permitió cubrir hechos relevantes y desarrollar un criterio periodístico sólido”.

Cada una de estas experiencias dejó huellas y aprendizajes que fortalecieron su pasión por contar historias y acercarse a las realidades de la gente.

Quito: una nueva etapa para crecer y aportar

La decisión de dejar Loja no fue sencilla. Alba reconoce que su ciudad representa un fuerte arraigo emocional. Sin embargo, las oportunidades laborales que la esperaban fuera de su tierra significaban el impulso que necesitaba para seguir avanzando. Desde hace cinco años vive en Quito, donde ha enfrentado retos, se ha adaptado a nuevas dinámicas profesionales y ha demostrado su capacidad para desenvolverse en escenarios de mayor exigencia.

Actualmente se desempeña como Especialista de Protección de Derechos en el Consejo de Desarrollo y Promoción de la Información y Comunicación, conocido como Consejo de Comunicación. Desde este rol analiza casos, acompaña procesos técnicos y promueve buenas prácticas para garantizar el respeto a los derechos comunicacionales en el país.

“Esta responsabilidad ha sido un paso fundamental en mi trayectoria, porque me permite aportar directamente a la defensa de los derechos y a la construcción de políticas públicas”, afirma.

Lo que se deja atrás… y lo que siempre se lleva consigo

Vivir fuera de Loja implica desafíos emocionales que Alba reconoce con total franqueza. Extraña a su familia —sus hijos, hermanos y sobrinos—, así como la calidez del hogar y la gastronomía tradicional que considera incomparable: tamales, humitas, repe y los dulces lojano inconfundibles.

También añora las calles, el clima y la tranquilidad de su ciudad, elementos que, asegura, forman parte de su identidad y siguen acompañándola aunque esté lejos.

Pero el crecimiento también implica sacrificios. “Desarrollarme fuera de Loja significó abrirme camino en entornos más competitivos, adaptarme a nuevas dinámicas y demostrar mis capacidades desde cero”, afirma. Aun así, cada reto ha sido una oportunidad para demostrar su determinación.

El futuro: abierto, posible y en construcción

Respecto a volver a Loja, Alba prefiere no anticiparse. Por ahora, Quito representa una etapa de aprendizaje, oportunidades y desarrollo. “La capital me ha abierto puertas para mejorar mis habilidades y construir un camino con más proyección”, asegura.

Su presente está marcado por el compromiso con su trabajo y el deseo de seguir creciendo personal y profesionalmente. Y aunque la distancia pesa, su vínculo con Loja se mantiene intacto: es la raíz que le recuerda quién es, de dónde viene y hacia dónde quiere llegar.

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