Loja. – Desde muy joven, Andrea Soledad Cucalón Romero, de 37 años, encontró en el servicio social una misión de vida. Médica de profesión, mediadora y defensora de derechos humanos y de la naturaleza, ha dedicado más de quince años a unir la atención a la salud con la lucha por la justicia, la equidad y la protección de la vida en todas sus formas.
Actualmente, lidera dos organizaciones que reflejan su compromiso: SOS Violencia Loja, que brinda formación, acompañamiento e información integral a víctimas de violencia, y FierroUrco No se Toca, colectivo que defiende el agua y la naturaleza. Desde estos espacios, Cucalón articula con mesas interinstitucionales como Justicia y Género, Género y Diversidades y el Sistema Cantonal de Loja, fortaleciendo redes de apoyo en la comunidad.
Su historia está marcada por una vocación temprana. Estudió medicina en la Universidad Nacional de Loja, convencida de que cuidar la salud era también defender la vida. Más adelante, se especializó en Derechos Humanos, Género y Violencia en Venezuela y se formó en mediación en Santo Domingo, con el objetivo de aportar herramientas para la resolución pacífica de conflictos.
El camino no ha sido sencillo. Ha trabajado en Zamora Chinchipe y Loja, tanto en instituciones públicas como en proyectos comunitarios, enfrentándose a las limitaciones estructurales de un sistema de salud con pocos recursos y a la indiferencia institucional ante la violencia. Sin embargo, cada paciente que recupera su salud, cada familia que encuentra justicia y cada comunidad que se levanta para defender su agua son, para ella, recordatorios de que su esfuerzo vale la pena.
Una de las experiencias que más la marcaron ocurrió durante una jornada comunitaria. Una mujer sobreviviente de violencia le dijo: “Doctora, usted no solo me curó el cuerpo, me ayudó a recuperar mi voz.” Ese momento reafirmó su convicción de que la medicina y la defensa de derechos no son caminos separados, sino un mismo puente hacia la dignidad.
La pandemia también le dejó aprendizajes profundos. En colaboración con Cáritas Loja, entregó alimentos y productos de aseo a familias vulnerables. Recuerda con emoción a un hombre con discapacidad que, pese a sus carencias, decidió compartir con ellos mazapanes hechos por él. “La solidaridad no depende de lo que uno tiene, sino del amor con que se da”, reflexiona.
Más allá de su activismo, Andrea encuentra equilibrio en sus pasatiempos: leer, cocinar, explorar y jugar tenis. Su motor, sin embargo, es su fe, su hijo y su familia, a quienes considera la razón que la inspira a levantarse cada día.
En el futuro, se proyecta combinando la medicina con proyectos de prevención de violencia, mediación y defensa de los derechos, sin descartar la posibilidad de retomar su pasión por la neurología. “Quiero seguir curando cuerpos, sanando heridas sociales y cuidando la vida en todas sus formas”, afirma.
Andrea Cucalón representa a una nueva generación de profesionales lojanos que entienden la medicina no solo como ciencia, sino como una herramienta de transformación social. Su vida y su trabajo son prueba de que la esperanza se construye desde la empatía, la solidaridad y el compromiso con la justicia.