En la memoria de miles de lojanos vive un personaje muy querido como es “Chirapo” Castillo, uno de los más destacados profesores de matemáticas que ha tenido Loja y ha sido formador de varias generaciones de estudiantes, en especial del Colegio Bernardo Valdivieso.
Eduardo Castillo Ludeña, conocido como Chirapo, nació en Gonzanamá en diciembre 1938 casado tiene 2 hijos y 4 nietos. Dedicó su vida a la docencia por el lapso de 50 años.
Inició su vida profesional muy temprano en el año 1963, casi inmediatamente al salir de bachiller, ingresó a la Universidad Nacional de Loja, cuando se abrió la Facultad de Filosofía, ahí siguió la especialidad de Físico Matemático, a los dos años de su Carrera universitaria ya tuvo trabajo en el colegio Bernardo. Nos comenta que en ese tiempo había pocas personas que se dedicaban a la docencia.
Nos comenta que no solo fue docente en el colegio Bernardo, también fue formador de estudiantes en el colegio La Dolorosa, La Salle, Santa Mariana de Jesús y en el seminario San José.
También trabajó en la Universidad Nacional de Loja, luego se dedicó exclusivamente al colegio Bernardo Valdivieso, donde trabajaba por la mañana y en la UNL por la tarde.
Entre risas nos cuenta algunas anécdotas. “Una vez un grupo de estudiantes no querían recibir clases y aprovechaban que en el colegio pastaban algunos bovinos, y estos “bandidos” de alguna manera, metieron una vaca al aula, abrí la puerta y me encontré con tal sorpresa”. También tiene de recuerdo, que fue docente de Jamil Mahuad en La Salle.
Actualmente, se encuentra jubilado desde el año 2011 donde colgó sus guantes en el Colegio Bernardo Valdivieso y de la Universidad Nacional de Loja en el año 2000. Ahora se dedica a su hogar y revisar nuevamente sus libros.
Una de las cosas gratas que recuerda de los alumnos es que se detienen a saludarme con afecto. “Me aclaran las ideas y me dicen yo fui alumno suyo tal año, guardo gratos recuerdos de usted, eso me ponen un poco nostálgico y creo que eso es la paga que debe recibir un profesor”, señala.
Antes de culminar la entrevista, no podíamos dejar pasar la oportunidad de preguntarle por qué lo llaman Chirapo. “Mi abuelo era gallero y una vez saqué a un gallito a jugar, pero este era un gallo Shirango (ave con el plumaje un poco alborotado) y algún asistente que no sabía bien el asunto dijo que yo he sacado un gallo chirapo, desde entonces nos llaman con ese mote a todos los descendientes de mi abuelo”.
Finalmente, agradece a todos sus ex alumnos ese gesto amistoso, cariñoso afectivo, con el que le saludan y le dan un abrazo. “Quiero decirles que sigan conservando ese modo de ser, que sean gratos porque la gratitud es un gesto noble de las personas y mis alumnos siempre fueron nobles”.
