Un trabajo con mucho riesgo en el Ecuador

Redacción: Henry Jara

Ser conductor de un taxi, un trabajo sacrificado que implica muchos riesgos; para otros en cambio, son los que generalmente causan accidentes y los que casi poco respetan la leyes de tránsito. Pero buenos o malos, son seres humanos que día a día se esfuerzan por llevar el pan a su casa.

 

La mayoría son solo conductores, quienes laboran sin un contrato de trabajo. Están al frente del volante por 12 horas diarias para ganar el 35%, 30% o 25% de lo recaudado durante el día o la noche. Quizá esos bajos ingresos económicos y la competencia por ganar un pasajero, hacen que por las calles circulen a velocidad inadecuada, frenada brusca, estacionarse en sitios no permitidos y en muchos casos pasarse la luz roja de un semáforo, todo por ganarse $1,25, por carrera.

 

“Lo que interesa es ganar dinero, en casa tenemos a nuestras esposas e hijos a quien debemos llevar para la comida y otros gastos”, señala Claudio, un joven que trabaja por las noches. Como él, la mayoría no conoce cuál es el perfil del pasajero; se encuentra con algunos de mal genio, en estado etílico, otros apurados y en algunos de los casos, se queda con la mano estirada, pues en varias ocasiones, no han cancelado la carrera y eso significa pérdida.

 

La madrugada del miércoles 10 de julio, Oscar C. A., conducía un taxi por las calles de la ciudad de Loja. De pronto un sujeto solicitó una carrera. El servicio era hacia el sector “Tierras Coloradas”. Ya en el sitio el sujeto pidió que pare la marcha y mientras eso sucedía dialogaba como si nada con Oscar, un ex policía.

 

Claudio comenta que el trabajo les obliga a ser amables, muchas veces deben entablar un dialogo que les permite salir del cansancio y estrés, claro dependiendo del tipo de personalidad del cliente. No saben sí el pasajero que se sienta junto a ellos o en los asientos posteriores, son de confiar o es una estrategia para luego intentar cometer un acto delincuencial.

 

Se conoce que el sospechoso a quien Oscar llevó hasta la zona occidental, ofertó un celular de alta gama al taxista, pidió que registre el número de celular para luego concretar la venta del equipo. Calva sacó su teléfono y empezó a marcar los dígitos que el maleante le decía.

 

De un momento a otro el antisocial aprovechó un descuido y le arranchó el celular y huyó. Oscar intentó recuperar el aparato y salió del taxi perteneciente a la cooperativa Ciudadela del Maestro y fue tras el ladrón. Se presume que le dio alcance, pero este reaccionó y con un objeto contundente golpeó la cabeza del ex uniformado, quien quedó gravemente herido.

 

Una moradora alertó a las autoridades de la presencia del automotor encendido. La policía llegó al sitio y verificó que no había nadie en el taxi y a varios metros la víctima sobre el piso.

 

Una ambulancia lo trasladó a una casa de salud, pero el esfuerzo de los galenos fue en vano y por ahora se espera desconectar por cuanto presenta una muerte cerebral. Agentes de la Unidad de Muertes Violentas de la Dinased se encuentran tras la pista del agresor de Oscar Saúl.

 

Como Oscar, otros profesionales del volante fueron violentados por sus pasajeros en otras provincias, quienes durante el recorrido platicaron y nunca mostraron una actitud sospechosa que ayude a la víctima a reaccionar a tiempo.

 

Una vida más que se apaga a causa de la delincuencia. Se pierde a un padre, esposo e hijo. Un taxista, que como todos días sale de casa diciendo que regresarán temprano, pero en algunas ocasiones la desgracia no permite cumplir el objetivo y el retorno es en un ataúd, dejando una pérdida irreparable en la familia.

 

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