En el corazón de Loja vive una mujer que encarna el compromiso, la ternura y la fuerza en su máxima expresión. La Licenciada Rosa Elena Castro Macas, Agente de Control Municipal, madre, hija y abuela, es ejemplo de vocación, entrega y amor incondicional.
Una vida de disciplina y servicio
Desde tempranas horas del día, Rosa Elena ya está cumpliendo con sus labores institucionales. Su uniforme, que porta con orgullo, representa más que una función: es un sueño hecho realidad. Aunque su camino profesional comenzó en la contabilidad, su espíritu siempre estuvo vinculado al orden, la vocación de servicio y la vida uniformada. Cuando se le presentó la oportunidad de ser parte del Cuerpo de Agentes, no lo dudó. Hoy, tras dos décadas de servicio, forma parte activa del crecimiento y reconocimiento de esta labor en la ciudad.
Entre ‘niños grandes’ y nuevas generaciones
Además de ser madre de una hija ya adulta y abuela de dos pequeños, Rosa Elena vive con sus padres de 90 años, a quienes cuida con una ternura entrañable. “Los llamo mis ‘niños grandes’”, confiesa con una sonrisa, refiriéndose a las rutinas que con paciencia repite con ellos cada mañana. Su vida está tejida entre el deber profesional y el amor profundo por su familia, extendido ahora hacia sus nietos, con quienes comparte juegos, enseñanzas y la dicha de verlos crecer.
Maternidad con raíces de fe
Para Rosa Elena, ser madre es la bendición más grande que ha recibido. La sonrisa de su hija sigue siendo su mayor cielo, aún después de tantos años. Hoy, su mayor propósito es educar desde la fe, transmitiendo valores de amor, responsabilidad y respeto, pilares fundamentales en la vida que ha construido junto a los suyos.
Mirar al futuro con gratitud y ambición
Con la vista puesta en el futuro, se proyecta como una madre y abuela más fortalecida espiritualmente, y profesionalmente, con el firme deseo de llegar a ser Jefa de Control Municipal. Su historia es testimonio de que el amor, la fe y la disciplina pueden convivir y crear una vida de profundo significado y propósito.
Rosa Elena Castro Macas nos enseña que el servicio, cuando nace del corazón, puede transformar vidas. Su legado se escribe cada día entre uniformes, abrazos y oraciones.