VIVIR SOLO SIN LA NECESIDAD DE SENTIRSE SOLO

Especialmente durante la juventud todos tenemos hemos tenido el sueño de independizarnos de nuestros padres, el salir del nido familiar  es una decisión muy importante, cuando llegamos  a nuestro primer cuarto, departamento o casa, o más aun cuando nos mudamos a otra ciudad o país, provocamos una serie de sentimientos que van desde el  orgullo personal, la sensación de libertad y varias expectativas sobre lo que se vendrá, pero también nos generan pensamientos de miedo a las responsabilidades y a todo lo que trae consigo el vivir solo.

El vivir fuera de la casa de nuestros padres en algunas situaciones es todo un reto, es así que hoy en día en América Latina cerca del 31% de los adultos, comprendidos en las edades de entre los 18 y 34 años de edad, aún viven con sus padres, esto se puede generar por diferentes factores, como por ejemplo la economía, los estudios universitarios o de post grado, disminución de matrimonios, falta de empleos, dependencia emocional  hacia los padres, entre otros.

Lo más difícil de vivir solo es cuando generamos sentimientos de “estar solo”, lo que implica no tener a alguien para abrazar, para mantener un diálogo con esa persona, o solamente para decirle  buenos días o buenas noches y que te responda, en estos casos la salud mental de la persona se ve resquebrajada, ya que el contacto con otras personas es vital para sentirnos saludables.

No todas las personas reaccionan  de la misma manera  ante la soledad. Lo que para algunos es algo positivo, para otros es un gran problema, pudiéndose convertir en  factores desencadenantes de problemas del estado de ánimo.

La soledad crónica, tiene una serie de signos y síntomas, los mismos que pueden variar según la persona, el medio social en el que se encuentra, y la manera en la cual sus padres lo educaron, entre estos tenemos los siguientes:

  • Problemas para realizar actividades, generas planes, pero al momento de ejecutarlos encuentras un sin número de excusas para no realzarlos y prefieres quedarte en casa.
  • Distanciamiento y problemas en la comunicación, especialmente con tu familia y algún grupo de amigos te comunicas con ellos, pero el nivel de interacción es superficial, generando respuestas cortas y cortantes en los diálogos mantenidos con ellos.
  • No tienes amigos cercanos o «mejores» amigos. Tienes amigos, pero son eventuales o apenas conocidos y sientes que nadie «te entiende» o a veces piensas que ellos estarían mejor sin tu presencia, lo que hace que te distancies de ellos.
  • Sentimientos negativos de duda y de autoestima, provocando limitaciones en todo lo que quieras realizar.

Uno de los principales problemas que genera el aislamiento y la soledad es que las personas que lo experimentan lo minimizan esto debido a los sentimientos de vergüenza, o por un falso control sobre esta situación que se puede provocar, agudizando con el tiempo más este problema.

 

El vivir solo no implica que debamos mantener estos sentimientos de soledad, sino que es todo lo contrario, podemos generar un cambio de vida positivo, solo debemos proponernos y buscar herramientas que permitan mejorar nuestro estilo de vida y adaptarnos de mejor manera a ese cambio, entre algunos consejos que se pueden realizar están los siguientes:

  • Establece una rutina personal, la cual te ayudará a instituir los tiempos y las necesidades diarias a realizar.
  • Trata de buscar un grupo de apoyo primario el cual brindará  ese apoyo emocional necesario cuando te sientas solo.
  • Mante un desprendimiento afectivo gradual con tus seres queridos y amistades, comunícate con ellos cuando sientas que es necesario, hoy en día a través de la tecnología es muy fácil.
  • Mantén el tiempo ocupado, ya sea en estudios o practicando algún deporte, salidas o actividades que te generen placer y distracción, has a un lado tu zona de confort.
  • En caso de creer necesitar ayuda deja a un lado “el que dirán” y busca ayuda profesional.