Elaborado por Domenica Tandazo
Loja, Ecuador – Detrás del rostro sereno y la bata blanca que viste durante sus extensas guardias médicas, se encuentra Luz Maricela Palacios Paltin, una mujer lojana cuya vida está marcada por la vocación de servicio, el amor a la medicina y, sobre todo, por la maternidad. Madre de tres hijos y especialista en pediatría, Luz Maricela conjuga su rol profesional con una dedicación inquebrantable a su familia, en una rutina donde la ternura y la entrega se entrelazan cada día.
Desde muy joven, tuvo claro su propósito. Su madre fue su principal apoyo, impulsándola a seguir el camino de la medicina. Pero fue la inocencia, la calma y la sonrisa de los niños lo que la llevó a decidirse por la pediatría. “Ver la ternura y paz que transmite un niño me hizo elegir esta especialidad”, recuerda con emoción.
Su labor diaria no es sencilla. Realiza guardias de 24 horas y también atiende en consultas particulares. Sin embargo, eso no le impide buscar momentos de calidad con sus hijos. “Siempre intento estar presente en lo más importante: ayudarlos con sus tareas, ver televisión juntos, cocinar, cuidar las mascotas… esos pequeños rituales que nos unen”, dice mientras sonríe al recordar las travesuras de sus hijos.
Y es que, para ella, la maternidad es mucho más que una etapa: es una fuente constante de energía, una motivación que llena su vida de sentido. “Ser madre me ha realizado en muchos aspectos como ser humano. Es una fuente de alegría, de fuerza. Me complementa”, afirma con firmeza.
Disfruta de cada aspecto de sus hijos, desde sus ocurrencias hasta la forma particular en la que cada uno ve el mundo. “Tienen personalidades diferentes pero originales. Me llena saber que son buenos, que se conmueven ante las injusticias y que siempre están dispuestos a ayudar”, destaca con evidente orgullo.
Luz Maricela no busca aplausos ni medallas. Su mayor satisfacción es verlos crecer con valores sólidos, acompañarlos en sus decisiones y ser testigo de los seres humanos en los que se están convirtiendo. “En el futuro me imagino abrazándolos, recibiendo sus visitas, leyendo sus mensajes, con las personas que han elegido para seguir su camino”.
En el plano profesional, su visión también es clara: quiere seguir brindando sus conocimientos a quienes lo necesiten, pero sin descuidar su bienestar personal. “Seguiré ayudando, pero descansando más, porque también es importante cuidarse para poder cuidar”.
Su historia es la de muchas madres ecuatorianas que equilibran la vida laboral con el compromiso emocional de criar con amor. Pero en Luz Maricela, esa entrega se potencia con una vocación médica que nace del corazón. Una mujer que, sin dudas, inspira.