Ecuador: La sociedad del conocimiento se desconectó

Antes de la crisis energética ya había problemas. Veníamos intentando recuperarnos de la pandemia y la preocupación de los investigadores se centraba en buscar alternativas para la alfabetización mediática e Informacional, debido al gran posicionamiento de la desinformación, producto de los grandes volúmenes de información que circulan en la red.
La crisis energética que atraviesa el país, causa incalculables pérdidas económicas que profundizan una crisis social ya existente. Además, lesiona las estructuras educativas, organizativas, informativas y de salud. La falta de electricidad también impide el acceso a tecnologías, situación que puede tener múltiples efectos significativos en las personas, sobre todo si consideramos la creciente dependencia de los medios digitales y las tecnologías de la información para la vida diaria.
En una sociedad donde la gran mayoría de los servicios esenciales (como la atención médica, banca, compras y gestión de trámites) han migrado a plataformas digitales, la falta de acceso a tecnologías limita la capacidad de las personas para obtener información actualizada y utilizar estos servicios. En este contexto, muchas instituciones públicas y privadas han tenido que reorganizar sus actividades, limitando la atención a los usuarios y asumiendo grandes pérdidas económicas, que al final se traducen en desempleo y más pobreza.
En Ecuador, donde los ciudadanos a menudo enfrentan barreras económicas y geográficas para acceder a servicios presenciales, la falta de acceso digital puede exacerbar las desigualdades, haciendo que se vean más vulnerables en términos de salud, economía y bienestar. Igualmente, las tecnologías, en especial Internet y los teléfonos inteligentes, son herramientas claves para mantenerse en contacto con sus familiares y amigos, especialmente en contextos urbanos y rurales donde la distancia física se convierte en un obstáculo. La falta de acceso prolongada a estas herramientas puede aumentar su sentimiento de aislamiento, lo que podría tener efectos negativos en su salud mental, incrementando el riesgo de depresión, ansiedad y soledad.
Por otra parte, los sistemas educativos, tambalean, ya que luego de la pandemia del Covid-19, estos se sostuvieron en las tecnologías y se afianzaron con el paso de los años, es decir, el Internet y sus herramientas son la base principal de la educación moderna. La falta de energía eléctrica causa una desconexión total del sistema educativo, afectando la interrelación y lesionando gravemente la sincronía del aprendizaje.
Con los denominados apagones en Ecuador, uno de los sectores más perjudicados es la educación. Sin energía eléctrica no existen tecnologías al servicio de la pedagogía. No se pueden remitir correos, tampoco interactuar con los compañeros, realizar consultas a los maestros, llamar a los padres de familia, en conclusión, la sociedad del conocimiento se desconecta afectando gravemente el futuro de las personas.
Otros ciudadanos, buscan consuelo a la crisis, señalando que, “estamos desconectados de las TICs, pero conectados con nuestras familias y con nosotros mismos”. Puede ser, pero al igual que sucedió durante la pandemia del Covid-19, tenemos una gran incertidumbre, ya que el futuro se presenta desolador, no sabemos que pueda pasar. Tal vez mañana, seamos desempleados o estemos obligados a migrar, lo cierto es que esta desconexión dejará graves secuelas en todos los ecuatorianos.
Hoy solo esperamos un milagro, lluvias, para entender lo que dice Osho, el agua en movimiento es vida, eso para nosotros significa energía eléctrica, que se traduce en conectar a la sociedad con el mundo y por ende con la vida.

Eduardo Vicente Loaiza Lima

Doctorando Universidad de Huelva