En el corazón de la provincia de Loja, entre rutinas de patrullaje, operativos penitenciarios y noches de vigilia, vive una mujer que representa el rostro valiente de miles de madres ecuatorianas que, además de proteger al país, luchan cada día por criar con amor a sus hijos: la Sargento Segundo de Policía, Diana Maribel Palacios Revelo.
Nacida en el cantón Antonio Ante, en la provincia de Imbabura, Diana es madre de cuatro hijas: jóvenes de 17, 14, 9 y 6 años, a quienes define como el motor de su vida. Con casi 19 años de servicio en la Policía Nacional, ha desempeñado labores en Pichincha y Loja, siempre en la primera línea del deber, desde el patrullaje comunitario hasta su actual labor en la contingencia penitenciaria.
El uniforme del deber y del amor
Su historia no es solo una hoja de vida llena de méritos policiales, sino también una crónica de amor maternal. “Ser servidora policial implica una serie de sacrificios y uno de ellos es la familia”, reflexiona Diana. Sin embargo, ese desafío se ha convertido en una oportunidad para enseñar a sus hijas el valor de la responsabilidad, la unión familiar y el orgullo por el deber cumplido.
Con cada cambio de destino, su familia ha caminado junto a ella. “Mis hijas, al crecer en este entorno, han madurado con una comprensión admirable de nuestra labor. Saben que nuestro trabajo implica riesgos, pero también compromiso”, dice con emoción.
La vocación que nació en la infancia
Diana recuerda con nitidez la emoción que sentía al ver a las mujeres policías cuando era niña. “No era una salida, era un sueño. Siempre supe que eso era para mí”, afirma. Aunque su padre inicialmente no aprobaba su decisión, su madre y un tío policía fueron los pilares que la impulsaron a perseguir esa meta. Hoy, uno de sus hermanos también sigue sus pasos, inspirado por ella.
Ingresó a la Escuela de Formación de la UPMA y se graduó como parte de la quinta promoción de mujeres policías, venciendo obstáculos físicos, emocionales y sociales. “Cada desafío durante el curso era una confirmación de que fui hecha para esto”, comenta con orgullo.
La maternidad como fortaleza
Ser madre, asegura, fue su mayor transformación personal. A los 20 años llegó su primera hija, y con ella, una nueva manera de ver la vida. “No fue fácil, pero cuando tienes un hijo, todo es posible”, dice. El equilibrio entre sus funciones como policía y como madre fue un aprendizaje constante, que con amor y organización se convirtió en una fortaleza.
“Ser llamada mamá es el título más importante que una mujer puede tener. Es una palabra que lo resume todo”, comenta con ternura.
Momentos simples, memorias eternas
Diana valora sobre todo el tiempo de calidad con su familia. Los días de franco se transforman en momentos únicos: caminatas, películas en pijamada o simplemente una tarde en el parque. “Son esos momentos los que dejan huella, no en el calendario, sino en el corazón”.
Cada logro académico de sus hijas, cada muestra de responsabilidad, es una confirmación de que, junto a su esposo, están formando mujeres fuertes y comprometidas.
Mirando al futuro con firmeza y esperanza
En lo profesional, su meta es clara: completar sus 22 años de servicio y ascender a Sargento Primero. Pero no ignora los riesgos que su labor conlleva. “Hoy más que nunca ser policía es un acto de valentía. Cada día despedimos a compañeros caídos, pero seguimos firmes porque ese fue nuestro juramento: servir y proteger”.
Diana Palacios Revelo no solo viste con orgullo el verde aceituna, también representa con fuerza el coraje de ser madre, mujer y profesional en un país que necesita referentes reales de inspiración.
Su historia es una lección viva de vocación, entrega y amor incondicional.
Ella es, sin duda, una de esas madres que inspiran.
Awesome tips! I’ll definitely try some of these ideas.