Por más de una década, Ariel Alessandro Bao Espinoza ha encontrado en el arco su lugar en el mundo. Nacido en Loja, Ecuador, este joven guardameta ha convertido su pasión por el fútbol en una disciplina de vida, marcada por la constancia, el esfuerzo y una profunda conexión con sus raíces familiares.
Desde los ocho años, Ariel supo que quería ser arquero. No fue una decisión fortuita, sino el resultado de una inspiración poderosa: su padre. “El verlo tapar me impulsó a ser arquero. Siempre me apoyó y gracias a él practico este deporte”, confiesa con gratitud. Ese vínculo emocional fue el punto de partida de un camino que hoy lo tiene como parte del plantel de primera del Libertad FC, en su ciudad natal.
A sus 18 años, Ariel acumula una trayectoria que muchos jóvenes futbolistas anhelan. Ha pasado por las formativas de Liga Deportiva Universitaria de Quito, ha defendido el arco de la selección ecuatoriana sub-17 en el Sudamericano y en el Mundial, y ahora da sus primeros pasos como profesional con Libertad FC. “Es un orgullo poder representar a Loja. Cada paso ha sido fruto del trabajo y del apoyo incondicional de mi familia”, afirma.
Para Ariel, el entrenamiento no es una obligación, sino una forma de vida. “Siempre intento mejorar mis defectos y fortalecer mis virtudes, pero también disfrutar de cada sesión”, dice. Su rutina no se limita al terreno de juego: cuida su alimentación, se prepara física y mentalmente, y no descuida sus estudios, convencido de que la formación integral es clave para llegar lejos.
Aunque reconoce que estar lejos de casa ha sido una de las pruebas más duras, también ha sido una fuente de fortaleza. “El estar lejos de mi familia me ha dado mucha fuerza para dar todo de mí en cada entrenamiento y partido”, asegura.
Su visión de futuro está clara: “Me veo como un arquero profesional, jugando a un alto nivel, para poder dejar una huella en el fútbol ecuatoriano”. Con ese objetivo en mente, Ariel Bao continúa construyendo su camino con humildad, entrega y una pasión que no conoce descanso.